La deriva que está tomando la sanidad en Cataluña a raíz de las estrecheces presupuestarias puede ser sólo un prolegómeno de lo que le espera al sector a nivel nacional en los próximos años. Se aproximan tiempos difíciles porque las medidas necesarias para recortar gastos van necesariamente a afectar a algunos de los servicios prestados, creando conflictos entre pacientes y hospitales de los que ya hemos empezado a ver algunos casos. Así lo explica en su blog el jurista E. Moure, especialista en derecho sanitario y responsable de un despacho de abogados en Vigo, Santiago de Compostela y Ourense: «Primero la lista de espera crece sin parar porque la actividad se ralentiza para ahorrar, evitando abrir los quirófanos por la tardes. Con menos actividad quirúrgica la ecuación es fácil: más pacientes esperando más tiempo para ser operados.»
Esto no sólo perjudica la calidad de vida de los ciudadanos afectados, sino que recarga más las prestaciones por baja de la Seguridad Social y reduce la productividad de las empresas que tienen de baja a esos empleados.
Para resolver el problema de la financiación, empieza a haber voces que proponen el copago o que las clases pudientes se paguen su propio seguro privado, aunque corremos con ello el peligro de «volver a la sanidad de la primera mitad del siglo XX, con una asistencia de beneficencia y otra privada». Nosotros desde aquí pensamos que probablemente quepan otras soluciones más cohesivas, como sería el establecimiento de una cuota mensual variable -en vez de fija como hasta ahora- en función de los ingresos del afiliado.
En su declaracion en el juicio, tanto el paciente como sus familiares han ratificado que el medico les hizo creer que la operacion no estaba cubierta por la sanidad publica y que, cuando una vez practicada la intervencion le pidieron explicaciones, el neurocirujano les dijo que el no operaba en la publica «por sus huevos».